miércoles, 16 de mayo de 2018

Revenge


Una hermosa y sensual mujer (Matilda Lutz) pasa sus días en una millonaria casa en el desierto con un hombre casado. Llegan dos amigos del susodicho y quedan fascinados con la mujer. Ella bastante superficial y fácil provoca medio sin darse cuenta del todo a uno de los visitantes. Éste cree que es una proposición sexual, la fachada y el comportamiento le pasa factura a la muchacha, termina clavada del estómago en un árbol. Extremo, sí, desde luego, y mucho, el filme de la francesa Coralie Fargeat. Pero al mismo tiempo muy divertido. También parece proponer la redención y libertad de esta imagen femenina.

El filme es hedonismo en grande, la resurrección de la mujer es todo un acontecimiento, que incluye el peyote y tatuarse la insignia de una cerveza mexicana y esperar sobrevivir frente a tres cazadores curtidos en algún desierto sin nombre. No es demasiado creíble la trasformación en unos pocos días de una superficial amante en una aguerrida amazona, pero que importa. El filme es entretenimiento sin reglas, o la única regla es pasarla genial.

Revenge (2017) es gore por doquier, pero como la lucha se centra en tres agresores es toda una escenificación de combate, con escenas poderosas y emocionantes extendidas. La cantidad de sangre que brota en las peleas es descomunal. La maldad de los sujetos, su total frialdad frente a esta mujer hermosa y en un inicio superficial, que ven como un objeto, también raya lo irreal. El enojo con que se alimenta la bella joven es de lo más salvaje, y justificado. Es un canto de subestimación, menosprecio y de sorpresa. La mujer empieza algo torpe y desesperada y rápidamente termina indetenible.

Ésta propuesta tiene también un aire sensual, y femenino, no sólo Matilda Lutz exhibe su bella anatomía, también la directora hace desnudar al líder del grupo (Kevin Janssens). Iguala el voyerismo masculino frente a Lutz para el público femenino poniendo a Janssens a combatir a la muchacha desnudo en buena parte del filme. Esto es también el simbolismo de que ahora el pedazo de carne no es ella, el objeto, sino él. El dueño de la situación es ahora la mujer maltratada, que se ha convertido en toda una máquina.

Es importante el suspenso, la táctica, lo lúdico de un combate sin cuartel, pero también hay un quehacer muy en bruto que hace del filme un volver a lo básico y primitivo del entretenimiento, de explotar el goce puro y duro, también ostentador de nobleza. Es un filme rabioso de género. No es darle tampoco mayor filosofía que una historia de sobrevivencia, pero de armas a tomar, con una mujer que requiere de deshacerse de un grupo de cazadores como en una película más escueta de Mad Max, de seductores machistas, de hombres todopoderosos. No todos los sujetos son agraciados, pero se sienten por encima de la mujer, como los acosadores callejeros, como los asechadores no correspondidos.

El filme exhibe un mensaje feminista. La atractiva fémina tomará revancha, buscará el respeto aunque en estado bruto, los dominará, los doblegará, cambiara los patrones, se deshará de ellos, implacable, fuerte, firme, pero aun así manteniendo su femineidad que sutilmente perdura en aquellos aretes estridentes, divertidos y muy femeninos que jamás se quita.